UN RETRATO DE MARX[1]
Oswaldo Albornoz Peralta
Estamos en 1871, cuando el Ecuador, gobernado por
García Moreno y regido por la Carta Negra,
soporta la peor de las tiranías.
No existe todavía la actual provincia de El Oro, y
Machala, que será su capital cuando ésta sea creada formalmente por la Asamblea
Constituyente de 1883, es apenas una cabecera cantonal con unos pocos
centenares de habitantes.
Es hermosa la naturaleza de este sector de la
patria. La parte costanera está adornada por una cinta de esmeralda formada por el intrincado tejido
de los manglares. Más adentro, donde el hombre aún no ha sentado su planta,
campea la selva dominadora, aromada por silvestres flores y musicalizada por el
trinar de las aves. Y desde arriba ‒desde los riscos de la cordillera‒ bajan
los ríos frenando poco a poco su ímpetu bravío, para llegar, mansos y
adormecidos, a las aguas del océano.
El cuadro social tiene pinceladas diferentes.
Antes de la manumisión, en los rincones más inaccesibles de la porción
selvática, existen pequeños palenques de esclavos fugitivos, donde a fuer de
sacrificios resguardan su libertad. Otra parte, ya desde principios de siglo ha
sido ocupada por grandes haciendas, cacaoteras sobre todo, como aquella de
Manuel Antonio Luzárraga que, según Michael Hamerly, tiene 100.000 matas de
cacao.[2]
Y al norte, en tierras que permanecerán en la jurisdicción de la provincia del
Guayas, se halla el inmenso latifundio de Tenguel de los terratenientes
Caamaño, donde los abusos ocasionan frecuentes protestas y asonadas.
Desde aquí, desde el poblado de Machala mejor
dicho, y es de creer que por primera y única vez en el Ecuador, un grupo de
humildes trabajadores se pone en contacto con Carlos Marx. El escritor Rodrigo
Chávez González nos dice a este respecto:
En ese mismo año ‒1935‒ el doctor
Carlos Napoleón Mera Valdez, entregó al Consejo Provincial del Partido
Socialista de El Oro, un viejo retrato del creador del socialismo mundial, cuya
dedicatoria decía: "A los obreros de Machala.- Karl Marx.- Niza, Setiembre
de 1871". Informó el doctor Mera, que ese retrato había pertenecido a un
artesano zapatero, de apellido Andrade, fallecido hacia veinte años atrás, que
el siglo pasado organizó una agrupación de artesanos que no llegó a
constituirse en una sociedad jurídicamente. Este hecho despertó gran revuelo, y
aumentó el fervor socialista orense, ya que el retrato fue colocado en el salón
principal de la Casa Socialista, alquilada al señor Bustamante.[3]
¿Cómo
llegaron a conocer los artesanos machaleños el nombre de Carlos Marx?
No
se sabe, que en esa época, se conozca ninguno de los libros del gran pensador
socialista, que aparte de estar estrictamente prohibidos por la censura
garciana, estaban fuera del alcance de los trabajadores. Entonces, es de
suponer que su nombre llegó asociado al de La Internacional, ya bastante
difundido por América, a la par que combatido por las fuerzas más
retardatarias. Quizás llegó a Machala ‒pueblo costanero‒ alguna publicación en
castellano que se refería a ella y su fundador como defensores de la justicia
y los derechos populares. De aquí, sin duda, nació su admiración y el deseo de
establecer una relación, pues es claro que la iniciativa no podía haber partido
de Marx.
El grupo de artesanos que se relacionó con Marx
debe haber sido muy pequeño, Ya que según consta en la Guía Comercial, Agrícola e Industrial de la República publicada en
1909 ‒38 años después‒ el número de esta clase de trabajadores que aparece en
la nómina correspondiente a Machala es poco significativo.[4]
La ideología del grupo
seguramente era liberal, teniendo en cuenta que ésta predominó, desde temprano,
en el sector litoral orense. Recuérdese que sus habitantes habían apoyado la
revolución del 6 de Marzo de 1845 y luego combatido a Flores y a su
reaccionario proyecto de Reconquista. Además fue un centro de combate contra el
gobierno clerical de García Moreno, pues estuvieron al lado de Urbina y
participaron en los combates que protagonizó este caudillo. Los soldados
liberales que participaron en la revolución de 1895, surgieron y se nutrieron
de esta progresista tradición.
Esta posición ideológica ‒aparte de la poca
importancia numérica y local del grupo‒ evidentemente influyó para que no sea
reconocido legalmente como se afirma en la exposición de Chávez González,
porque en la era garciana, las organizaciones populares de tinte liberal,
estaban prácticamente proscritas. El historiador Enrique Ayala cita el caso de
la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso ‒patrocinada por la burguesía
guayaquileña‒ cuya constitución fue impedida no obstante su mayor magnitud y
prestigio.[5]
Las reflexiones anteriores, sin embargo, no pueden esclarecer la
verdadera historia del retrato de Marx, obscurecida, posiblemente para siempre,
con la neblina de los años. Pero en cambio, no necesita esclarecimiento un
hecho por demás diáfano: que un grupo de trabajadores ecuatorianos, desde esta
lejanía, pudo vislumbrar en Marx y su obra la encarnación de sus derechos y el
futuro promisorio de los explotados. Y esto es suficiente.
[1] Tomado de Oswaldo
Albornoz Peralta, Páginas de la historia
ecuatoriana, t. I, Editorial de la
Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Quito, 2007, pp. 403-406.
[2] Michael T. Hamerly, Historia
social y económica de la antigua provincia de Guayaquil, Publicaciones del
Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil, 1973, p. 109.
[3] Chávez González, Rodrigo (Rodrigo de Triana) Historia de la Provin cia
de El Oro, Editorial Bolívar, Machala, 1963, p. 60.
[4] Guía Comercial, Agrícola e
Industrial de la República ,
Talleres de Artes Gráficas de E. Redenes, Guayaquil, 1909, pp. 519-520.