martes, 15 de noviembre de 2016

Como promovieron y justificaron las autoridades civiles, militares y eclesiásticas la masacre del 15 de Noviembre de 1922



FRASES Y OPINIONES DE LAS AUTORIDADES CIVILES, MILITARES Y ECLESIÁSTICAS

(La víspera y después de la masacre del 15 de Noviembre de 1922) [1]


Oswaldo Albornoz Peralta


Aquí vamos a reunir y transcribir las frases y opiniones emitidas por las principales autoridades civiles, militares y eclesiásticas en la época de la masacre del 15 de noviembre de 1922, a fin de tener una visión de conjunto sobre ellas, pues que han estado, hasta hoy, desperdigadas en diversos estudios sobre esa fecha trágica, para así poder aquilatarlas y juzgarlas en mejor forma.

Indicaremos simultáneamente las fuentes de donde han sido extraídas.

Empecemos.

José Luis Tamayo, presidente de la república


Telegrama del 14 de noviembre al general Barriga:

Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad de Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda Ud. autorizado. (Alejo Capelo, 15 de noviembre de 1922. Una jornada sangrienta, Guayaquil, 1973).

Telegrama del 17 de noviembre al mismo general Barriga:

Me siento feliz, inmensamente feliz con el concepto elevadísimo de multitud de personas imparciales ecuatorianas y extranjeras respecto del brillante comportamiento de la guarnición de esa Plaza así de los Jefes y oficiales como de la tropa. Con su bravura y disciplina salvaron a Guayaquil expuesto a desaparecer en medio de espantoso huracán de pasiones y crímenes; y con su cultura y magnanimidad escatimaron la sangre, limitándose a repeler sólo a sus criminales opresores. De todos lados me hacen saber los aplausos más calurosos para esa guarnición. Estoy orgulloso de nuestro ejército y quisiera estar en esa ciudad para abrazar estrechamente en nombre de la Patria a cada uno de esos valientes y magnánimos camaradas. Afmo., amigo. (Patricio Martínez J., Guayaquil, noviembre de 1922, Quito, 1988).

Este telegrama se publica en hoja volante que circula el 26 de noviembre en Guayaquil.

 
El presidente que ordenó la masacre en un acto oficial 1922

 

Carlos Arroyo del Río, presidente de la Cámara de Diputados


Hoy anochece riendo la chusma, pero mañana amanecerá llorando.
(J. Gonzalo Orellana, Resumen histórico del Ecuador, t. I, Quito, 1940).


 

General Delfín Treviño, ministro de lo Interior

 Párrafos.

Gral. Delfín Treviño
La excitación llegó al colmo, algo así como un soviet ruso se apoderó de la ciudad, y empezó a esbozarse para los días subsiguientes un régimen de terror y de anarquía: me refiero a los partes de las autoridades de la Provincia del Guayas y a las publicaciones que se hicieron en aquellos funestos días.
  La escolta repelió la agresión, trabóse una lucha bastante viva, y, como era manifiesto el intento de las turbas de apoderarse de las armas, salió el ejército en defensa de la Policía; los huelguistas en su desesperada resistencia saquearon almacenes, unos para proveerse de armas y otros para apoderarse de lo que encontraban a la mano, y como resultado del choque, los huelguistas se dispersaron dejando algunos muertos y heridos. (Informe del ministro de lo Interior, Quito, 1923).



Coronel Octavio G. Icaza, ministro de Guerra y Marina


Párrafos:

Motivaron tal situación –la concesión de Facultades Extraordinarias– los sucesos del 15 de noviembre último, cuyo desenlace fue lamentable en grado sumo, debido a la actitud resueltamente hostil de las masas, las cuales impulsadas por agitadores socialistas que, en mala hora, pusieron sus plantas en el país, fueron arrastradas a cometer excesos reprobados por todo el elemento honrado ecuatoriano.
  En aquella larga y terrible asonada, de carácter antisocial, en la cual se introdujeron elementos maleantes y además algunos políticos que quisieron aprovechar y desviar el motivo de esa asonada para conducirle a la obtención de extraños fines, la acción de la guarnición militar de la Tercera Zona, limitose a ser el auxiliar obligado de las fuerzas de Policía, cuando estas se sintieron insuficientes para llenar su cometido en el inmenso radio amagado por las muchedumbres. (Informe del Ministro de Guerra y Marina, Quito, 1923).

 José María Velasco Ibarra, secretario del Consejo de Estado



(…) que no hay tal masacre, que no hay tal crimen, lo que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado almacenes para robar. (José I. Guzmán G., La hora trágica y otros apuntes sobre el movimiento obrero, Guayaquil, 1983).

Alejo Capelo, en la obra que antes indicamos, dice que la intervención de Velasco Ibarra en el Consejo de Estado ─donde no tenía voto pero sí voz─ consta en el documento de protesta por la concesión de facultades extraordinarias de parte del doctor Adolfo Páez, ministro fiscal de la Corte Suprema de Justicia, publicada por el periódico conservador El Porvenir de Quito. Afirma que se trata de una larga exposición.

Jorge Pareja, Enrique Barriga, y Alejo Mateus, gobernador, jefe de la Tercera Zona Militar e intendente de Policía, respectivamente


Párrafos del Manifiesto a la Nación, publicado conjuntamente por las tres personas nombradas:

Un guapo se lanzó sobre la escolta de Policía que estaba de servicio en la parroquia Olmedo con motivo de las elecciones; desarmó a los gendarmes, y, con esas armas, a más de las que existían en poder de algunos individuos que se hallaban en la manifestación, se lanzaron en actitud de franco ataque contra el cuartel de Policía.
  Los cuerpos atacados no podían desde luego permanecer impasibles. Sin embargo, procediendo con un tino que les recomienda y que es de pública notoriedad, hicieron primero descargas al aire. Como estas no produjeron el objeto deseado de amedrentar a los asaltantes quienes ya habían herido al Teniente Ulloa y a unos gendarmes de Policía y soldados del Escuadrón “Cazadores de los Ríos”, tuvieron lugar los encuentros cuyos resultados sangrientos todos conocen. Si la tropa hubiera disparado enseguida sobre la multitud el número de muertos y heridos habría sido inmensamente mayor. (Un Historiador, Para la historia. El 15 de noviembre de 1922, Guayaquil, 1922).

  

General Enrique Barriga, jefe de la Tercera Zona Militar


Párrafos del Parte del general Barriga enviado al jefe del Estado Mayor General del Ejército:

Muchos de los demás huelguistas, en todos los lugares donde fueron rechazados, hacían resistencia, asimismo, con revólveres, algunas carabinas y escopetas, de los almacenes que saqueaban también hacían fuego, lo mismo que de los pisos altos de algunas casas.
  La disciplina y conmiseración de nuestras tropas hicieron que no hayan habido unos cuantos miles de muertos; pues, sólo se les dispersó con descargas al aire y únicamente disparando al bulto sobre los que hicieron resistencia con armas de fuego.
  Recomiendo la lealtad, valor y disciplina, generosidad y nobleza de todos los jefes, oficiales y tropa que han salvado al País de las horrorosas y comprensibles desgracias, en que unos por perversidad y desautorizadas ambiciones y otros por ofuscación y engaño pretendieron hundir al País y en especial a su metrópoli comercial. (Parte que consta entre los Anexos al Informe del ministro de Guerra y Marina).

El general Barriga también ha escrito una Explicación de los hechos del 15 de noviembre de 1922, que se halla incluido en el libro del general Marcos Gándara Enríquez, titulado La semana trágica de Guayaquil, donde existe una singular y contundente prohibición: “se prohíbe ─se dice─ la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio magnético, informativo, audiovisual o escrito”.

Nosotros nos abstenemos de tocar esa “explicación” no por la sui generis prohibición, menos aún por dar gusto a su autor, sino porque allí no consta nada nuevo y solamente se repiten las falsedades del manifiesto A la Nación y del Parte militar, a más de los duros calificativos dados a los trabajadores y a los impugnadores de sus actos.

La original prohibición, empero, resulta por demás graciosa. Porque el señor general Gándara, ni se sabe con qué atribución legal, prohíbe no solamente la producción suya, sino también la ajena. ¿Ejerce, acaso, tutela o curaduría sobre los bienes del general Barriga…?

No es de creer que el general Gándara quiera emular al Vaticano, creando un Índice propio de escritos prohibidos.

 

Coronel Manuel M. Larenas, jefe del Regimiento de Artillería “Sucre” N° 2


Parte:

Esta fue la actuación mi General, del Regimiento de Artillería N° 2 SUCRE que me honro en comandar: actuación leal, valiente, disciplinada la cual debe ser y es siempre la del Ejército Ecuatoriano, Jefes, Oficiales y soldados han cumplido con su deber, pues cada cual y a porfía se ha distinguido en la defensa de la honra y propiedad de esta metrópoli comercial. Quédale al Regimiento otra gloria más, y es, la de haber sido una de las reparticiones que, a las órdenes de Ud., salvó a Guayaquil del Comunismo con sus consecuencias espantosas, a más de asegurar sobre bases inconmovibles el Orden Constitucional. (Isabel Herrería y Ketty Romoleroux, Proceso penal contra el pueblo de Guayaquil, Guayaquil, 1989.)


Manuel María Pólit, arzobispo de Quito


Reconozco que la Providencia Divina nos ha salvado de una inminente y horrorosa catástrofe y démosle las gracias por tamaño beneficio agradeciendo en justicia al Gobierno y al Ejército que supieron cumplir con un deber primordial reprimiendo la revolución para impedir la anarquía y conservar el orden público y la paz. (Dr. Carlos Puig Vilazar, Sacrificio de un pueblo. 15 de noviembre de 1922, Guayaquil, 1983).



 

Carlos María de la Torre, obispo de Riobamba


Los tristes y deplorables acontecimientos ocurridos en Guayaquil el mes de noviembre del año pasado, despertaron en el ánimo de los ecuatorianos los sentimientos de maravilla, consternación y espanto, porque a la vista estaba, el temible Socialismo, preñado de amenazas, había puesto su planta en nuestro suelo.
  Todo lo nuevo atrae y fascina, y si bien el Socialismo, parto monstruoso del cerebro humano, eleve ya largos años de existencia, hasta hace poco, no había penetrado aún en nuestra Patria.
Pero ahora no sólo amenaza apoderarse de las sencillas masas populares, a quienes engaña y seduce con los mirages de la falsa dicha, mas también pretende arrastrar, en su impetuosa y desoladora corriente, a aquellos que, por sus estudios y condición, debieran conocer mejor lo falso y desastroso de tal sistema. (Quinta Carta Pastoral. Acerca del Socialismo, Carlos María, obispo de Bolívar, Riobamba, 18 de abril de 1923).

Carlos María de la Torre, llegó a ser el primer cardenal ecuatoriano


*   *   *

Las transcripciones anteriores contienen casi todas las disculpas y falsedades que los responsables de la masacre, y sus propugnadores, inventan para desorientar y amenguar la protesta popular.

Se habla, por ejemplo, de una terrible revolución socialista y de la intervención de agentes extranjeros venidos no se sabe de dónde. Se dice que no hay ninguna masacre y que sólo se trata de la acción de unos pocos ladrones. Se asegura que solamente son “algunos” los muertos y heridos. Se expresa, en fin, que el humanismo, generosidad y nobleza de las tropas brillan por doquier.

Las palabras de los dos prelados son una especie de aval de esas tergiversaciones y falsos enunciados.

Todos esos engaños y mentiras, felizmente, han sido desvirtuados por testigos presenciales y por historiadores imparciales y veraces. Hoy, solo quedan para mostrar el verdadero rostro de sus autores.



[1] Tomado de Oswaldo Albornoz Peralta El 15 de noviembre de 1922, Quito, 2000, pp.  61-70.