viernes, 9 de junio de 2017

La sucretización


Los medios de comunicación han encontrado en el caso Odebrecht y otros hechos de flagrante corrupción de funcionarios públicos del gobierno de la revolución ciudadana el mejor pretexto para acusarlo y generar en la opinión pública la idea de ser el gobierno más corrupto de la historia ecuatoriana. La ignorancia, la desmemoria histórica o la mala fe de los cruzados anticorrupción tratan de opacar así los dos casos más grandes de corrupción ecuatoriana, acontecidos en la larga noche neoliberal durante los gobiernos de Oswaldo Hurtado, León Febres Cordero y Jamil Mahuad: la sucretización y el salvataje bancario. Por suerte hay historiadores que han escrito sobre esos atracos que beneficiaron a poderosos políticos y empresarios para que las generaciones venideras nunca lo olviden. Aquí el caso de la sucretización.



LA SUCRETIZACIÓN[1]

Oswaldo Albornoz Peralta


El imperialismo –palabra que algunos tontos de izquierda creen que no se debe usar– tiene una voz de mando, voz estentórea y definitiva: la del Fondo Monetario Internacional.

Este organismo internacional es el encargado de imponer en los países del tercer mundo la política neoliberal, panacea según los vivarachos de derecha, para solucionar todos nuestros problemas económicos. Sus recetas –la privatización de las empresas públicas para que pasen a manos de los voraces empresarios privados, la supresión de las prestaciones sociales mediante la disminución de los gastos del presupuesto estatal, la subida de los precios de los servicios nacionales para que pague más el pueblo‒ son indiscutibles e inapelables. A todo esto, nuestros serviles mandatarios inclinan la cabeza y dicen, sumisamente, que así sea. Ni siquiera es óbice para esta humillante aceptación, la circunstancia de que los patrones de desarrollo del neoliberalismo, no tienen otro fin que poner a nuestro pueblo bajo la égida de la política económica de las grandes potencias capitalistas.

En 1983 el Fondo Monetario emite una orden singular, y más que singular desvergonzada: que las deudas privadas sean transformadas en nacionales, para que los acreedores extranjeros tengan plena seguridad del pago de los créditos. León Roldós, vicepresidente de la república en ese entonces, nos dice a este respecto:

Me visitó en la Vicepresidencia de la República el doctor José A. Correa, entonces Presidente de la Junta Monetaria, para expresarme que la sucretización era impuesta por los acreedores externos como condición para negociar la deuda pública. Si el Banco Central no asumía la deuda privada, era imposible renegociar la deuda pública.[2]

 
Oswaldo Hurtado por Pancho Cajas
Entonces, tal como se pedía, y con presteza increíble, el Estado se hace cargo de las deudas privadas asumiendo el llamado riesgo cambiario, que beneficia gratuitamente a los deudores, pues éstos tienen que pagar en sucres los dólares prestados, pero no al valor que tienen en el momento de efectuar los pagos, sino a un precio mucho menor. De esta manera, dada la constante devaluación de la moneda, el largo plazo concebido para la cancelación de los créditos y otras ventajas que generosamente se conceden, ellos prácticamente no pagarán nada, mientras que el Banco tendrá que pagar a los acreedores con dólares de mayor costo. Así, será el pueblo ecuatoriano, en suma, el que pagará las obligaciones de estos felices deudores, sin haber recibido un solo centavo de beneficio.

El economista Alberto Acosta –un economista serio que no se ha doblegado ante las tesis del neoliberalismo– manifiesta lo siguiente sobre las maniobras de la sucretización:

Al iniciar su gobierno, el ingeniero Febres Cordero, inspirado en un proyecto democristiano que no  alcanzó a ser tramitado, amplió las ya ventajosas condiciones de pago de la deuda externa “sucretizada” concedidas durante la administración precedente. Se extendieron los plazos de pago –medida que no se tomó antes por un problema legal y no por falta de voluntad– de 3 a 7 años; se congeló la tasa de interés en 16% cuando las tasas comerciales superaban el 28%; se anuló la comisión de riesgo cambiario, congelando el tipo de cambio en 100 sucres por dólar; y, se aumentó el período de gracia de 1 y medio a 4 años y medio.
La conversión de casi 1300 millones de dólares de deuda externa a sucres, significó un subsidio al sector privado, cercano a los 650 mil millones de sucres (más de mil millones de dólares), si solo se considera el efecto del diferencial cambiario. ¡La mayor subvención puntual de la historia republicana! [3]

Lógicamente, los miembros de la empresa privada favorecidos con esta lotería –el regalo del siglo lo llama el autor antes mencionado‒ aplauden a rabiar la sucretización acordada. Se dice que es la medida más “correcta, adecuada y sabia”. Que “fue la solución de fondo que se dio en ese momento” a los problemas económicos.[4] La salvación de la patria, nada menos.

¿Quiénes son los principales beneficiarios del regalo del siglo?

Cuando el Ecuador se convierte en país petrolero, los prestamistas extranjeros –que solo prestan al que puede pagar‒ se apresuran y se afanan en colocar su dinero, mientras los oligarcas de aquí –que son cabalmente los que más han aprovechado de la riqueza proveniente del petróleo‒ adoptan igual actitud para recibirlos. Cínicamente pregonan la necesidad del endeudamiento agresivo para salvar la economía nacional. Y claro, agresivamente reciben suculentos préstamos.

En el siguiente cuadro –cuadro que se quiso ocultar al conocimiento público‒ constan, en millones de dólares, los mayores deudores:


Citibank                                  50,0                 Financiera
Inmoval                                  44,5                 Inmuebles
Banco del Pacífico                  29,9                 Financiera
Electrodomésticos Durex         26,9                 Prod. Metálicos
Maquinaria y Vehículos           25,9                 Comercio
Consorcio Agoyán                   21,0                 Construcción
Corticorp                                 18,6                 Financiera
Banco Continental                   17,2                 Financiera
La Cemento Nacional              16,6                 Minerales
Azucarera Valdez                    13,8                Alimentos
S.A.I. San Carlos                     13,2                Alimentos
COMANDO                            11,9                Construcción
IIASA                                     11,8                 Comercio
Inversiones Bolivarianas          11,0                 Financiera
COFIEC                                 10,5                 Financiera
DICASA                                10,0                 Comercio
La Internacional                       9,9                 Textiles
La Reforma                             8,6                  Papel
COMANDATO                       8,0                  Comercio
Turisco                                    6,9                  Comercio
Comercial Lavalle                   6,7                  Comercio
Inmobiliaria Josefa                   6,5                 Inmuebles
ECUDINA                              6,5
Constructora Perrone
Galarza                                   6,1                  Construcción
Banco de Guayaquil                5,5                   Financiera
Balda Industrial Mercantil       5,0                   Comercio
Lotizaciones Canape               5,0                   Inmuebles
Solubles Instantáneos              4,6                   Alimentos
Industrias Chepeval                4,6                    Prod. Metálicos
Leasing del Pacífico               4,5                    Financiera
TOTAL                   421,2  [5] 

El cuadro anterior solo contiene los nombres de los treinta principales deudores privados, faltando otros como Finansa, Tanasa, Papelera Nacional, Artepráctico y Ecasa por ejemplo, que adeudan cantidades un poco menores. Faltan, así mismo, todos los deudores individuales, entre los cuales se encuentran unos tantos peces gordos.

Veamos ahora quienes son los dueños y accionistas de los bancos y empresas que acabamos de citar, advirtiendo que únicamente mencionaremos los nombres de unos pocos, aquellos que ocupan o han ocupado altos cargos en el mundo de la política o en el mundo de las finanzas:


                        León Febres Cordero (Papelera Nacional)
                        Agustín Febres Cordero (Azucarera Valdez, S.A.I. San Carlos)
                        Víctor Maspons y Vigas (Banco del Pacífico, Banco de Guayaquil)
                        Marcel Laniado de Wind (Banco del Pacífico)
                        Sixto Durán Ballén Cordovez (Banco de Guayaquil, COFIEC)
                        César Durán Ballén Cordovez (Banco de Guayaquil, COFIEC)
                        Fernando Aspiazu Seminario (Finansa)
                        Francisco Rosales Ramos (La Cemento Nacional, COFIEC)
                        Alberto Rosales Ramos (Ecasa)
                        Gonzalo Mantilla Mata (La Internacional)
                        Guillermo Cordovez Dávalos (La Internacional)
                        José A. Correa (La Internacional, COFIEC)
                        Luis Pallares Zaldumbide (Banco del Pacífico)
                        Ernesto Jouvín Cisneros (La Reforma, COFIEC, Banco de Guayaquil)
                        Luis Noboa Naranjo (Papelera Nacional, Banco del Pacífico, Banco de Guayaquil)
                        Juan Illingworth Baquerizo (La Cemento Nacional)
                        Leonidas Ortega Trujillo (Banco Continental)
                        Gonzalo Pérez Bustamante (Tanasa)
                        Eduardo Valdez Murillo (S.A.I. San Carlos)
                        Luis Orrantia González (Electrodomésticos Durex)
                        Patricio Alvarez Druet (Banco del Pacífico, COFIEC, Ecasa)
                        Luis Trujillo Bustamante (Banco del Pacífico)
                        Guillermo Vásquez Astudillo (Artepráctico)


León Febres Cordero por Pancho Cajas
Es necesario aclarar que los banqueros y empresarios nombrados, no solo tienen intereses en las entidades deudoras que hemos indicado, sino también en muchísimas otras, que los convierten en magnates y amos de la economía nacional.

Aparte de este hecho –el endeudamiento escandaloso y desaprensivo por parte de la oligarquía‒ resalta de nuestro cuadro un fenómeno por demás insólito: que sea un banco extranjero, el Citibank, el mayor deudor, y por lo mismo el más beneficiado con la sucretización a costa de los sacrificios del pueblo ecuatoriano. Y este sorprendente privilegio es concedido a pesar de la oposición del CONADE. “Se planteó –dice el ex vicepresidente Roldós‒ que en el mecanismo se incorporen condiciones como que los bancos extranjeros con oficinas en el Ecuador no podían sucretizar”.[6] Por tanto, es seguro que se trata de una imposición del mismo Fondo Monetario. De una orden perentoria, mejor dicho, para que el banco yanqui pueda ganar por partida doble.

Otra característica del endeudamiento, es que la mayor parte de los préstamos otorgados convergen hacia el capital especulativo y no hacia el productivo, siendo por consiguiente falso el argumento de que sirvieron para el desarrollo económico de la nación, como constantemente han venido afirmando los enriquecidos por la sucretización. A lo que hay agregar, que una inmensa porción de los capitales recibidos, tal como ha sido tantas veces denunciado, fueron invertidos en la compra de lujosos departamentos en Miami, yates y un sinfín de costosos artículos suntuarios. Todo, para solaz de nuestra agobiada oligarquía.

Y aunque no se crea, estos oligarcas que transfirieron sus deudas al pueblo, cuando se trata de elevar los salarios de los trabajadores –siquiera sea para que puedan pagar con mayor facilidad los gastos y buena vida de sus explotadores‒ se agrupan en pandilla para oponerse a una medida de esa naturaleza. Ahora si, esgrimiendo tesis dignas de retrasados mentales, manifiestan que eso sería la mayor de las catástrofes, compartiendo también en esto el criterio sacrosanto del Fondo Monetario Internacional. Qué hacer. La voracidad y la cicatería, siempre van unidas.


[1] Tomado de Oswaldo Albornoz Peralta, Páginas de la historia ecuatoriana, t. II, Editorial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Quito, 2007, pp.
[2] El Universo, Guayaquil, 4 de agosto de 1991, p. 3.
[3] Alberto Acosta, La deuda eterna, Grupo de Trabajo Sobre Deuda Externa y Desarrollo, Quito, 1990, p. 307.
En su Breve historia económica del Ecuador, tercera edición ampliada y actualizada, Corporación Editora Nacional, 2012, p. 214, Alberto Acosta precisa más la información anterior: “La “sucretización” de casi 1.500 millones de dólares de deuda externa representó un subsidio al sector privado superior a un billón trescientos mil millones de sucres (1.300.000.000.000.) o sea mil trescientos millones de dólares (1.300.000.000), al tipo de cambio de mil sucres por dólar como promedio para el período de pago, si sólo se considera el efecto del diferencial cambiario”.  Y agrega que, “La Comisión de Auditoría del Crédito Público, que concluyó su trabajo a fines del año 2008, estima el subsidio total en 4.400 millones de dólares. Esta fue una de las mayores subvenciones puntuales de la historia republicana, que sería superada años después con el salvataje bancario instrumentado por el gobierno democristiano de Mahuad Witt, con un monto que superó los 8.000 millones de dólares” (Nota del editor).
[4] Alberto Acosta, La deuda eterna, pp. 308,309.
[5] Jean Francois Bélisle y Santiago Ortiz, La deuda externa, CEDIS, Quito, 1988, p. 61.
[6] El Universo, Guayaquil, 4 de agosto de 1991.

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