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de Mayo de 1822: fin de la monarquía e inicios de la república en nuestra
patria
La contribución de Oswaldo Albornoz Peralta en problemáticas poco o nada tratadas por otros autores de nuestras ciencias sociales es conocida. De los múltiples temas abordados a lo largo de su prolífica actividad investigativa, el de la Independencia es uno de los que más le apasionó.
Así,
a lo largo de más de cuatro décadas fue desarrollando muchos aspectos
relevantes de este gran proceso histórico: la situación socioeconómica de la
Real Audiencia en vísperas de la insurgencia, los factores internos y externos
del movimiento libertario, las clases y sectores sociales en pugna, los
intereses que defienden y las reivindicaciones que persiguen, la variopinta
ideología y confrontación de ideas que les impulsa a tomar una u otra posición
en el proceso. El análisis de la participación de los indios en las batallas
por la independencia nacional, y también su pasividad, especialmente en su
primera etapa, dado el contrapuesto interés de éstos con el de sus
explotadores, los terratenientes criollos. La recepción, difusión, adaptación y
desarrollo de las ideas avanzadas de la época es otro de los aspectos a los que
mayor atención prestó.
No
podía faltar en sus análisis el papel de la Inquisición española y la
persecución a los primeros simpatizantes de las ideas liberales en nuestro
país, las Actas secretas y Exclamaciones, de que se valen la
aristocracia criolla vacilante y el alto clero para salvar sus cabezas cuando
participan en las sublevaciones, el apoyo a la corona española de gran parte de
los criollos y su temor al pueblo, la actitud de los cabildos coloniales en la
independencia.
Devela
también el carácter reaccionario de la clase terrateniente involucrada
irremediablemente en la vorágine libertaria. Las discusiones acerca de la
soberanía y la unidad regional, el acuciante problema de la tierra, la posición
de los próceres y patriotas respecto a la lacra humana de la esclavitud en
nuestras sociedades, el problema de la democracia y la dictadura, la monarquía
o la república, como alternativas en el nuevo régimen de gobierno.
Además,
la actuación de próceres y seudopróceres en la primera etapa de la revolución
independentista, esclareciendo la esencia
clasista de los sectores dominantes de nuestra sociedad colonial que, con su
accionar político –oscurecido frecuentemente por sus traiciones–, no sólo
determinarían el rumbo del proceso emancipador, sino también el de la
conformación del joven Estado ecuatoriano con todas sus secuelas estructurales,
ese intrincado tejido de relaciones de poder que convierten a la antigua Real
Audiencia de Quito en una sociedad de inequidad extrema, dominada por una seudo
aristocracia terrateniente –conformada por un pequeño círculo de familias–
mediante la instauración del Estado oligárquico que frenó el desarrollo social
del país, aspecto clave para comprender las causas de agudos problemas sociales
que generarían, a lo largo de nuestra vida republicana, nuevas protestas,
sublevaciones y revoluciones.
También
está entre sus aportes un ameno estudio titulado Subasta de marquesitas y aristócratas, en el que con fina ironía
revela el oportunismo del criollismo terrateniente, casando a sus hijas con los
oficiales de alta graduación de los ejércitos libertarios para defender sus
bienes y convertirles en instrumento armado de sus intereses económicos. Los
entronques familiares que surgen de estas nuevas alianzas para controlar el
poder político del Estado constituido en 1830. Demuestra, en fin, como la
propiedad y el poder, los intereses económicos y políticos, se entrelazan para
ir configurando la estructura social sobre la cual se levanta el nuevo Estado
ecuatoriano.
Valorando
en su justa medida el inmenso acontecimiento histórico acaecido hace dos
siglos, Oswaldo Albornoz nos presenta a lo largo de su obra un complejo y rico panorama.
Se destaca el heroísmo de los sectores populares, el pensamiento democrático y
avanzado de abnegados patriotas, también las mezquindades y limitaciones de
otros sectores sociales que a la postre determinaron el curso de nuestra
historia al controlar el poder político, garantía para la defensa de sus intereses
económicos y freno de un desarrollo adecuado al sentir de las grandes mayorías.
En
síntesis, esa su contribución como investigador acerca de nuestra primera
independencia, que permitió a nuestros pueblos dejar atrás, lenta y
tortuosamente, la sociedad colonial impuesta por España con toda su carga
negativa. Un enfoque dialéctico del intrincado proceso fundacional de las
nuevas naciones latinoamericanas y entre ellas Ecuador.
Este libro, Ecuador Bicentenario de la Independencia, construido con textos que he compilado de
varios de sus libros y artículos, llevará –a quien disfrute de su lectura– por los
insospechados caminos de la transformación social iniciada ese glorioso 10 de
Agosto de 1809 y culminada con la victoria en las faldas del Pichincha el 24 de
Mayo de 1822, hace justo 203 años.
Si no pudiste leer la impresión física que el
IMP (Instituto Metropolitano de Patrimonio) distribuyó gratuitamente en su sede
y en varios eventos culturales, ya no tienes pretexto para no hacerlo: hoy
puedes leerlo en línea, o descargarlo para tu biblioteca en este enlace:
https://patrimonio.quito.gob.ec/?page_id=5207
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