APLAUSO
AL GOLPE DE PINOCHET[1]
Oswaldo
Albornoz Peralta
Aunque no se crea,
pocos días después del sangriento golpe dictatorial protagonizado por Pinochet,
aparece en el diario El Comercio de
la ciudad de Quito un comunicado titulado ¡Viva
Chile! suscrito por varios oficiales ecuatorianos.
Allí se dice, con
singular impostura, nada menos que esto:
“Las Fuerzas Armadas Chilenas, fieles a su
tradición de elevado civismo y respeto absoluto a las normas constitucionales;
acompañaron y sustentaron al régimen
legal del Dr. Salvador Allende, en su fallido experimento de sovietizar
a Chile por las vías civilizadas y pacíficas”.[2]
Se agrega, en forma
por demás hipócrita, que se rinde homenaje a
la viril figura humana del presidente Allende, por haber pagado con su vida
su equivocada política marxista. Y se cierra el párrafo final con esta frase:
“Paz y honor sobre su tumba”.[3]
Empero, la falsedad
y el fingimiento, no pueden cubrir la verdadera finalidad de ese comunicado:
apoyar al gorila Pinochet, el asesino
de Salvador Allende, que hasta la víspera del golpe traicionero se arrastraba
como sierpe a sus pies y prometía que defendería el orden constitucional. Es
defensa de las infames matanzas del Estadio Nacional, donde se acalla para
siempre con el bronco fragor de la fusilería, la guitarra y el canto de Víctor
Jara. Es adhesión y aquiescencia al vil asesinato de los valientes militares
chilenos que se opusieron con el sacrificio de sus vidas al sucio golpe
dictatorial. Y es aceptación y aplauso a la intervención de la CIA y del
gobierno norteamericano en los asuntos internos de Chile, vale decir, a un acto
de traición a la independencia y traición de la patria.
Pinochet por Pavel Égüez |
Todo esto, y mucho
más, significa el comunicado ¡Viva Chile!
He aquí los nombres
y apellidos de sus autores:
General
Carlos Cabrera
General Agustín Mora
Bowen
General
Andrés Arrata
General
Antonio Morales
General Luis Cabrera
General
Gustavo Banderas
Coronel Jorge
Gortaire
Coronel Jorge Salvador
Chiriboga
Teniente
Coronel Salomón Larrea
Teniente
Coronel Francisco Tamariz Palacios
Teniente Coronel Francisco Solórzano
Teniente Coronel Jorge Chiriboga
Teniente Coronel Julio Merchán
Teniente Coronel René Cueva
Teniente
Coronel Luis Montalvo
Mayor Arturo Suárez
Mayor Napoleón Izquierdo
Mayor Patricio León
Mayor Eduardo Alvear
Mayor Leonidas Plaza Lasso
Capitán Jorge López
Capitán Luis Dueñas[4]
Varios de estos
oficiales son ya veteranos en golpes dictatoriales, y algunos llegan alto por
su destreza en esta clase de acciones, como Mora Bowen por ejemplo, ministro de
Gobierno en la célebre Junta Militar
presidida por Castro Jijón. Célebre Junta no por sus virtudes, sino por su
oscuro origen y desmanes. Todos saben que los golpistas derrocan al presidente
Carlos Julio Arosemena Monroy por orden yanqui y con la colaboración de los
agentes de la CIA introducidos como cuñas estratégicas dentro de su gabinete. Y
así mismo, obedeciendo al amo extranjero, renuncian al mar territorial de las
200 millas. Por esto, llenándose de indignación, un congreso declaró traidores
a los responsables de este crimen de lesa patria.
Otros, brillan
también, por hechos non sanctos. Solo
dos ejemplos. Allí está el coronel Salvador Chiriboga, uno de los responsables
de esa cobarde matanza de los obreros de Aztra. Y está el mayor Leonidas Plaza. Este es un anticomunista de
tomo y lomo, con espada fulmínea, dispuesto a erradicar el comunismo de la
Tierra. Promete organizar una expedición militar para “libertar” a Cuba, pero
repentinamente, ante la cercanía de la hazaña, un temblor corta los arrestos
del legionario y Fidel se salva de milagro…
El comunicado de
marras, para que todo sea completo, contiene camuflada entre palabras melosas,
una velada amenaza al régimen de esa época presidido por el general Guillermo
Rodríguez Lara. “Qué esta sea una lección, una advertencia para el gobierno
“NACIONALISTA Y REVOLUCIONARIO” que hoy rige los destinos de nuestra PATRIA con
la mejor buena fe y la mejor de las intenciones”[5],
expresan los espadones. La amenaza va dirigida
a la acción positiva de ese mandatario: la defensa de nuestras riquezas
naturales de la voracidad de las empresas extranjeras. Y entre los
amenazadores, increíblemente, está el general Andrés Arrata, que ocupó la
cartera de Defensa de ese gobierno. Por eso, quizás, la extraña combinación de
amenaza y lisonja.
Enemigos de
Pinochet, y enemigos odiados al extremo, son la inteligencia y la cultura. El canto a Chile, el canto más alto al
pueblo de Caupolicán y de Lautaro, al pueblo de O’Higgins y Balmaceda, es
sepultado en el silencio con la persecución y muerte de Neruda. Los libros, con
todo el tesoro de sus páginas, imitando a sus maestros nazis, son consumidos
con el fuego de las piras. Las conquistas de la ciencia y las bellezas del
arte, son cubiertas con el humo de las cenizas.
Pero versos y
libros, ciencia y arte, ¿qué pueden
interesar a sus admiradores…?
La historia los tiene señalados.
ResponderEliminarSirvientes del imperio. En 1965, cancelado del magisterio por los gorilas, me despedí de un pariente político. Iba a China en calidad de profesor de español. Eso estaba prohibido por la dictadura. Le dije que íbamos a Francia. Me dijo: "ojalá no sea a un país comunista. Eso no les va a gustar alos americanos". La soberanía y la dignidad por los suelos
ResponderEliminarEl pariente era militar
ResponderEliminarImportantísima información, publicaré tomando en cuenta la fuente en.Mi página de Facebook, gracias por esto. Prohibido olvidar.
ResponderEliminarVale también recordar la inmensa solidaridad del pueblo ecuatoriano con los patriota chilenos que pudieron llegar al país. Hay que escribir sobre ese tema porque al contrario de estos militares fascistoides, el pueblo y los estudiantes alojaron y protegieron a centenares de combatientes intelectuales, obreros, artistas.
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