SUBASTA DE MARQUESITAS Y ARISTÓCRATAS[1]
Oswaldo Albornoz Peralta
La aristocracia latifundista, cuando se consuma la
independencia, sufre el más tremendo de los sustos. El poder pasa a manos de
los guerreros de la gesta, la mayoría sin títulos de nobleza y, lo que es peor,
con ideas liberales y anticlericales. No cabe duda entonces de que las ricas
heredades, con hatos de ganado, esclavos y conciertos, corren peligro de
perderse para siempre. ¿Cómo impedir la catástrofe que se avecina?
Pronto se encuentra solución al difícil problema.
Los latifundios y la seguridad de las familias deben ser puestas bajo custodia
de las espadas rutilantes de los próceres, para lo cual es menester un pequeño
sacrificio: dejar de lado los rancios prejuicios nobiliarios y entregar a sus
hijas, bonitas o feas, mediante el vínculo del matrimonio indisoluble y
sagrado, al cálido abrigo de los vencedores. Y con este fin, la nobleza
colonial se pone en movimiento. Cada cual quiere lo mejor. Aparte del rango
militar, cuenta también el color de la piel, pues para el gusto de la época, el
blanco y más si es rubio, aumenta el pedigrí.
Don Felipe Carcelén, Marqués de Solanda, es el
primero en tomar al toro por los cuernos. Con la decisión propia de su clase
conmina al Mariscal Sucre para que se case con su hija, la marquesita Mariana
Carcelén y Larrea, heredera del mayorazgo, "esperando que no le desairara
porque sería un servicio que le haría morir tranquilo".[2]
Sucre, con la caballerosidad que le caracteriza, no desaira al marqués ni a la
marquesita.
Los otros altos jefes militares, americanos o
europeos, tampoco quieren quedar solterones.
Va enseguida, solo un pequeño muestrario de las
aristocráticas esposas que consiguen a esos otros jefes, como un trofeo más por
los “méritos de su lanza”:
─El general
Juan José Flores, futuro presidente del Ecuador se casa con la rica
latifundista Mercedes Jijón y Vivanco.
─El general
León Febres Cordero, futuro presidente de Venezuela, contrae matrimonio con la
noble guayaquileña Isabel Morlás y Tinoco.
─El general
Antonio Martínez Pallares, ministro de Flores y García Moreno, se casa con
Benigna Posse y Romero de Teja, aristócrata y hacendada serrana.
─El general
Antonio Morales Galavis, ministro de Rocafuerte, contrae dos matrimonios: con
Ana María Espinosa de los Monteros y Carmen Vítores y Campe, serrana y costeña
respectivamente, pero ambas igualmente ricas.
─El general
José Villamil, ministro de Urbina, se casa con la noble Ana Garaicoa y Llaguno,
hermana del Arzobispo de Quito.
─El general
Tomás Wrigth se casa con María de los Ángeles Rico y Rocafuerte, sobrina del
presidente Rocafuerte.
─El general
Leonardo Stagg se casa con Amalia Flores Jijón, hija del presidente Juan José
Flores.
─El general
Isidoro Barriga es el segundo esposo de la Marquesa de Solanda.
─El general
Vicente González Rodríguez, ministro de Flores, se desposa con Manuela Benítez
y Franco, miembro de una rica familia de Guayaquil.
─El general
Juan Illingworth se casa con la rica hacendada Mercedes Decimavilla.
─El coronel
Miguel González Alminate, ministro de Rocafuerte, se casa con la noble
hacendada María Calisto y Arteta.
─El coronel
Eloy Demarquet se casa con la acaudalada terrateniente Manuela Fernández
Salvador y Gómez de la Torre.
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