FRASES Y OPINIONES DE LAS AUTORIDADES CIVILES, MILITARES Y ECLESIÁSTICAS
(La víspera y después de la masacre del 15 de Noviembre de 1922) [1]
Oswaldo Albornoz Peralta
Aquí vamos a reunir y transcribir las frases y opiniones emitidas por
las principales autoridades civiles, militares y eclesiásticas en la época de
la masacre del 15 de noviembre de 1922, a fin de tener una visión de conjunto
sobre ellas, pues que han estado, hasta hoy, desperdigadas en diversos estudios
sobre esa fecha trágica, para así poder aquilatarlas y juzgarlas en mejor
forma.
Indicaremos simultáneamente las fuentes de donde han sido extraídas.
Empecemos.
José Luis Tamayo, presidente de la república
Telegrama del 14 de noviembre al general
Barriga:
Espero que mañana a las seis de la tarde me informará
que ha vuelto la tranquilidad de Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual
queda Ud. autorizado. (Alejo Capelo, 15
de noviembre de 1922. Una jornada sangrienta, Guayaquil, 1973).
Telegrama del 17 de noviembre al mismo general Barriga:
Me siento feliz, inmensamente feliz con el concepto
elevadísimo de multitud de personas imparciales ecuatorianas y extranjeras
respecto del brillante comportamiento de la guarnición de esa Plaza así de los
Jefes y oficiales como de la tropa. Con su bravura y disciplina salvaron a
Guayaquil expuesto a desaparecer en medio de espantoso huracán de pasiones y
crímenes; y con su cultura y magnanimidad escatimaron la sangre, limitándose a
repeler sólo a sus criminales opresores. De todos lados me hacen saber los
aplausos más calurosos para esa guarnición. Estoy orgulloso de nuestro ejército
y quisiera estar en esa ciudad para abrazar estrechamente en nombre de la
Patria a cada uno de esos valientes y magnánimos camaradas. Afmo., amigo. (Patricio
Martínez J., Guayaquil, noviembre de 1922,
Quito, 1988).
Este telegrama se publica en hoja volante que
circula el 26 de noviembre en Guayaquil.
El presidente que ordenó la masacre en un acto oficial 1922 |
Carlos Arroyo del Río, presidente de la Cámara de Diputados
Hoy anochece riendo la chusma, pero mañana amanecerá
llorando.
(J. Gonzalo Orellana, Resumen histórico del Ecuador, t. I, Quito, 1940).
General Delfín Treviño, ministro de lo Interior
Párrafos.
Gral. Delfín Treviño |
La excitación llegó al colmo,
algo así como un soviet ruso se apoderó de la ciudad, y empezó a esbozarse para
los días subsiguientes un régimen de terror y de anarquía: me refiero a los
partes de las autoridades de la Provincia del Guayas y a las publicaciones que
se hicieron en aquellos funestos días.
La escolta
repelió la agresión, trabóse una lucha bastante viva, y, como era manifiesto el
intento de las turbas de apoderarse de las armas, salió el ejército en defensa
de la Policía; los huelguistas en su desesperada resistencia saquearon
almacenes, unos para proveerse de armas y otros para apoderarse de lo que
encontraban a la mano, y como resultado del choque, los huelguistas se
dispersaron dejando algunos muertos y heridos. (Informe del ministro de lo Interior, Quito, 1923).
Coronel Octavio G. Icaza, ministro de Guerra y Marina
Párrafos:
Motivaron tal situación –la concesión de Facultades
Extraordinarias– los sucesos del 15 de noviembre último, cuyo desenlace fue
lamentable en grado sumo, debido a la actitud resueltamente hostil de las
masas, las cuales impulsadas por agitadores socialistas que, en mala hora,
pusieron sus plantas en el país, fueron arrastradas a cometer excesos
reprobados por todo el elemento honrado ecuatoriano.
En aquella
larga y terrible asonada, de carácter antisocial, en la cual se introdujeron
elementos maleantes y además algunos políticos que quisieron aprovechar y
desviar el motivo de esa asonada para conducirle a la obtención de extraños
fines, la acción de la guarnición militar de la Tercera Zona, limitose a ser el
auxiliar obligado de las fuerzas de Policía, cuando estas se sintieron
insuficientes para llenar su cometido en el inmenso radio amagado por las
muchedumbres. (Informe del Ministro de
Guerra y Marina, Quito, 1923).
José María Velasco Ibarra, secretario del Consejo de Estado
(…) que no hay tal masacre, que no hay tal crimen, lo
que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado almacenes para robar. (José
I. Guzmán G., La hora trágica y otros
apuntes sobre el movimiento obrero, Guayaquil, 1983).
Alejo Capelo, en la obra que antes indicamos, dice que la intervención
de Velasco Ibarra en el Consejo de Estado ─donde no tenía voto pero sí voz─
consta en el documento de protesta por la concesión de facultades
extraordinarias de parte del doctor Adolfo Páez, ministro fiscal de la Corte
Suprema de Justicia, publicada por el periódico conservador El Porvenir de Quito. Afirma que se
trata de una larga exposición.
Jorge Pareja, Enrique Barriga, y Alejo Mateus, gobernador, jefe de la Tercera Zona Militar e intendente de Policía, respectivamente
Párrafos del Manifiesto a la Nación, publicado conjuntamente por las
tres personas nombradas:
Un guapo se lanzó sobre la escolta de Policía que
estaba de servicio en la parroquia Olmedo con motivo de las elecciones; desarmó
a los gendarmes, y, con esas armas, a más de las que existían en poder de
algunos individuos que se hallaban en la manifestación, se lanzaron en actitud
de franco ataque contra el cuartel de Policía.
Los cuerpos
atacados no podían desde luego permanecer impasibles. Sin embargo, procediendo
con un tino que les recomienda y que es de pública notoriedad, hicieron primero
descargas al aire. Como estas no produjeron el objeto deseado de amedrentar a
los asaltantes quienes ya habían herido al Teniente Ulloa y a unos gendarmes de
Policía y soldados del Escuadrón “Cazadores de los Ríos”, tuvieron lugar los
encuentros cuyos resultados sangrientos todos conocen. Si la tropa hubiera
disparado enseguida sobre la multitud el número de muertos y heridos habría
sido inmensamente mayor. (Un Historiador, Para
la historia. El 15 de noviembre de 1922, Guayaquil, 1922).
General Enrique Barriga, jefe de la Tercera Zona Militar
Párrafos del Parte del general
Barriga enviado al jefe del Estado Mayor General del Ejército:
Muchos de los demás huelguistas, en todos los lugares
donde fueron rechazados, hacían resistencia, asimismo, con revólveres, algunas
carabinas y escopetas, de los almacenes que saqueaban también hacían fuego, lo
mismo que de los pisos altos de algunas casas.
La disciplina y
conmiseración de nuestras tropas hicieron que no hayan habido unos cuantos
miles de muertos; pues, sólo se les dispersó con descargas al aire y únicamente
disparando al bulto sobre los que hicieron resistencia con armas de fuego.
Recomiendo la
lealtad, valor y disciplina, generosidad y nobleza de todos los jefes,
oficiales y tropa que han salvado al País de las horrorosas y comprensibles
desgracias, en que unos por perversidad y desautorizadas ambiciones y otros por
ofuscación y engaño pretendieron hundir al País y en especial a su metrópoli
comercial. (Parte que consta entre los Anexos
al Informe del ministro de Guerra y
Marina).
El general Barriga también ha escrito una Explicación de los hechos del 15 de noviembre de 1922, que se halla
incluido en el libro del general Marcos Gándara Enríquez, titulado La semana trágica de Guayaquil, donde
existe una singular y contundente prohibición: “se prohíbe ─se dice─ la
reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio magnético,
informativo, audiovisual o escrito”.
Nosotros nos abstenemos de tocar esa “explicación” no por la sui generis prohibición, menos aún por
dar gusto a su autor, sino porque allí no consta nada nuevo y solamente se
repiten las falsedades del manifiesto A
la Nación y del Parte militar, a
más de los duros calificativos dados a los trabajadores y a los impugnadores de
sus actos.
La original prohibición, empero, resulta por demás graciosa. Porque el
señor general Gándara, ni se sabe con qué atribución legal, prohíbe no
solamente la producción suya, sino también la ajena. ¿Ejerce, acaso, tutela o
curaduría sobre los bienes del general Barriga…?
No es de creer que el general
Gándara quiera emular al Vaticano, creando un Índice propio de escritos
prohibidos.
Coronel Manuel M. Larenas, jefe del Regimiento de Artillería “Sucre” N° 2
Parte:
Esta fue la actuación mi
General, del Regimiento de Artillería N° 2 SUCRE que me honro en comandar:
actuación leal, valiente, disciplinada la cual debe ser y es siempre la del
Ejército Ecuatoriano, Jefes, Oficiales y soldados han cumplido con su deber,
pues cada cual y a porfía se ha distinguido en la defensa de la honra y
propiedad de esta metrópoli comercial. Quédale al Regimiento otra gloria más, y
es, la de haber sido una de las reparticiones que, a las órdenes de Ud., salvó
a Guayaquil del Comunismo con sus consecuencias espantosas, a más de asegurar
sobre bases inconmovibles el Orden Constitucional. (Isabel Herrería y Ketty
Romoleroux, Proceso penal contra el
pueblo de Guayaquil, Guayaquil, 1989.)
Manuel María Pólit, arzobispo de Quito
Reconozco que la Providencia Divina nos ha salvado de
una inminente y horrorosa catástrofe y démosle las gracias por tamaño beneficio
agradeciendo en justicia al Gobierno y al Ejército que supieron cumplir con un
deber primordial reprimiendo la revolución para impedir la anarquía y conservar
el orden público y la paz. (Dr. Carlos Puig Vilazar, Sacrificio de un pueblo. 15 de noviembre de 1922, Guayaquil, 1983).
Carlos María de la Torre, obispo de Riobamba
Los tristes y deplorables
acontecimientos ocurridos en Guayaquil el mes de noviembre del año pasado,
despertaron en el ánimo de los ecuatorianos los sentimientos de maravilla,
consternación y espanto, porque a la vista estaba, el temible Socialismo,
preñado de amenazas, había puesto su planta en nuestro suelo.
Todo lo nuevo
atrae y fascina, y si bien el Socialismo, parto monstruoso del cerebro humano,
eleve ya largos años de existencia, hasta hace poco, no había penetrado aún en
nuestra Patria.
Pero ahora no sólo amenaza apoderarse de las sencillas
masas populares, a quienes engaña y seduce con los mirages de la falsa dicha,
mas también pretende arrastrar, en su impetuosa y desoladora corriente, a
aquellos que, por sus estudios y condición, debieran conocer mejor lo falso y
desastroso de tal sistema. (Quinta Carta
Pastoral. Acerca del Socialismo, Carlos María, obispo de Bolívar, Riobamba,
18 de abril de 1923).
Carlos María de la Torre, llegó a ser el primer cardenal ecuatoriano |
* * *
Las transcripciones anteriores contienen casi todas las disculpas y
falsedades que los responsables de la masacre, y sus propugnadores, inventan
para desorientar y amenguar la protesta popular.
Se habla, por ejemplo, de una terrible revolución socialista y de la
intervención de agentes extranjeros venidos no se sabe de dónde. Se dice que no
hay ninguna masacre y que sólo se trata de la acción de unos pocos ladrones. Se
asegura que solamente son “algunos” los muertos y heridos. Se expresa, en fin,
que el humanismo, generosidad y nobleza de las tropas brillan por doquier.
Las palabras de los dos prelados son una especie de aval de esas
tergiversaciones y falsos enunciados.
Todos esos engaños y mentiras, felizmente, han sido desvirtuados por
testigos presenciales y por historiadores imparciales y veraces. Hoy, solo
quedan para mostrar el verdadero rostro de sus autores.
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