LA DESGRACIA PARA
LOS ECUATORIANOS CON SUS PRESIDENTES NACIDOS EN LOS ESTADOS UNIDOS
Hace justo tres cuartos de siglo también nos
gobernó otro presidente nacido en los Estados Unidos. Nacer allá ha sido como
un karma para los tres que corrieron con igual suerte –Galo Plaza, Sixto Durán
Ballén y Daniel Noboa–, su denominador común es su desmedido servilismo a la
patria que los vio nacer.
Volviendo a Galo Plaza Lasso de la Vega –nacido en New York en 1906–, se parece tanto al actual presidente bananero –nacido en Miami en 1987– que realmente indigna que un pueblo pueda equivocarse más de dos veces por desconocer su historia. Tanto se parecen que cuando buscas alguna obra importante que hayan realizado durante su mandato no la encuentras por más que te esmeres, es decir, si quieres ponerles un distintivo que los caracterice, la tarea es fácil: su insuperable incapacidad. El gobierno de Plaza era tan, pero tan inútil, que en su tiempo se le llamó el gobierno de los 4 años de vacaciones. El actual ya va casi por los dos.
Pero mejor que te cuente esa historia alguien que sabe hacerlo mejor que yo.
GOBIERNO DE GALO
PLAZA LASSO[1]
Oswaldo Albornoz
Peralta
Desde cuando es ministro de Defensa -en el
gobierno de Mosquera Narváez en 1938- Galo Plaza que, no obstante su juventud y
su ignorancia multifacética, se muestra ya como político audaz e inescrupuloso,
cualidades que le aseguran un brillante porvenir como dirigente de las clases
explotadoras y enemigas del pueblo.
Plaza, candidato independiente en las elecciones
presidenciales de 1948, es el triunfador.
Como es ya vieja
costumbre, triunfa con el apoyo de las oligarquías, pues tanto la liberal como
la conservadora, pese a que los partidos políticos que dirigen tienen
candidatos propios, trabajan en realidad en favor del rico latifundista de la
Sierra.
Pero no se puede decir otro tanto, entratándose de obras negativas para el país.
Y en este campo, el rasgo
más saliente de su gobierno –su denominador común diríamos– es su total y
abyecto entreguismo al imperialismo yanqui.
Está asesorado por una legión de técnicos yanquis que elaboran los
principales proyectos de ley. Así sucede –para citar un solo ejemplo– con el arancel
de aduanas que, al disminuir los derechos arancelarios, tal como lo denuncia el
senador Pedro Saad en el Congreso de 1956, no tiene otra finalidad que mantener
al Ecuador como productor de materias primas e impedir nuestro desarrollo
industrial.
Los contratos de empréstitos yanquis, con todas
sus condiciones onerosas, se firman en gran cantidad. Los llamados “servicios
cooperativos”, con toda su caterva de “técnicos”, se multiplican. Nuestro
comercio, aún más, se pone en manos de nuestros opresores.
Se permite que se cierren los pozos petrolíferos
de nuestro Oriente, a fin de que los trusts los mantengan como reserva hasta
cuando convenga a sus intereses, sin pensar para nada en el perjuicio
nacional. Luego de manifestar que el Oriente es un mito, entrega su
riqueza petrolera a la compañía extranjera Shell.
Bajo el pretexto de que es ineludible apoyar a
las empresas petroleras para que incrementen su producción, en su gobierno la
Anglo logra otra substanciosa subida de precios[2]: 40 centavos más para el galón de gasolina, 12
centavos más para el galón de diesel y 15 centavos más para el galón de residuo.
El artífice de este aumento es el señor Coloma Silva ahora alto funcionario de
su gobierno.
Mientras nuestro pueblo se muere de hambre, en
acto de envilecimiento sin igual, se envía miles de quintales de arroz para los
invasores de Corea. Se pretende, inclusive, enviar soldados ecuatorianos para
que den sus vidas por causa tan abominable.
Se celebra un contrato lesivo totalmente para
nuestros intereses con el pulpo bananero, la United Fruit, según el cual –entre
otras graciosas concesiones– se le permite que pague sólo el 60% de los
impuestos que gravan a las demás empresas exportadoras. Es decir, solo tiene
que entregar el 60% de las divisas que las otras compañías bananeras,
incluyendo las nacionales, entregan al Banco Central. Mientras que un
exportador ecuatoriano entrega $1,60 por cada racimo de banano, La United Fruit
solo tiene que entregar $0.90. Los productores nacionales siguen supeditados a
sus intereses. Cuando el mercado exterior se contrae o cuando la producción de
sus plantaciones de Centro américa que están más cercanas a los centros de
consumo pueden abastecerlo, rebaja el nivel de sus compras a nuestros
agricultores causándoles ingentes pérdidas. Y de paso, dejando en la
desocupación a un gran número de trabajadores asalariados.
La United Fruit practica una competencia desleal
con los exportadores ecuatorianos valiéndose de medios incalificables. Para
impedir el traslado de la fruta al mercado norteamericano acapara, sin
necesitarlos, todos los cupos navieros disponibles. Y cuando algún cargamento
puede llegar venciendo toda clase de obstáculos, recurre al dumping y vende su
banano a precios ínfimos, ocasionando la ruina del atrevido competidor. Es
dueña del mercado y nadie puede entrar en su dominio.
Durante su gobierno, entonces, se inicia la era
del banano –la era del oro verde–
que con las ganancias que produce acelera el desarrollo del capitalismo
en el país, pues el incremento de las divisas de las exportaciones es inmenso
si se compara con épocas anteriores El economista José Moncada dice que en la década de 1930-1940 el producto
de las ventas en el extranjero alcanzaron promedios anuales inferiores a ocho
millones de dólares, mientras que en la década de 1950-1960 llegaron a cifras
cercanas a los 80 millones. Se verifica una gran ampliación en el área de
cultivo en la Costa, pues se calcula que las bananeras ocupan más de 100.000
hectáreas que dan empleo a unos 200.000 trabajadores y jornaleros, lo que
significa una gran proliferación del proletariado agrícola. Pero como siempre,
no es éste el que se beneficia, pues será víctima de la más inicua explotación.
Los beneficiarios serán los grandes exportadores como los Noboa Naranjo, los
Ponce Luque, los Castro Benites, y sobre todo las empresas monopolistas yanquis
–la United Fruit, la Standard Fruit Company, la Astral, etc.– que se levan la
parte del león del negocio.
Galo Plaza mantiene una larga y fructífera
amistad con esta transnacional, pues, pasados los años, en 1958, pondría su
firma junto a la de Stacey May, alto funcionario de la transnacional, en un
libro titulado La United Fruit en América Latina, donde se
ponderan las virtudes del pulpo bananero.
Stacey May merece un poco de atención. Viene al
Ecuador como supervisor de la International Basic Economic Corporation,
compañía consultora de Nelson Rockefeller, llamada por el presidente Plaza para
planificar nuestra economía o, más francamente, para supeditarla a los
intereses del imperialismo yanqui. La consultora presenta un informe titulado El
desarrollo económico del Ecuador, que propugna la adopción de un modelo
basado en la agricultura y en la exportación de productos primarios únicamente,
dejando de lado por tanto todo programa de industrialización, para convertir al
país en importador de artículos manufacturados extranjeros. Y, como es obvio,
se recomienda de manera especial el cultivo de banano, indispensable en ese
momento –como ya se dijo– para recompensar la baja producción de las
plantaciones centroamericanas infestadas de plagas.
El Plan Rockefeller,
como instrumento de subyugación, resulta corto frente al proyecto neoliberal
aupado por los “modernizadores” de hoy.
Ya no se trata solo de concesiones traidoras, sino de la subasta de
todas las empresas del Estado, de la entrega total de nuestras riquezas a las
compañías transnacionales. De borrar todo vestigio de independencia, para poner
a las espaldas del pueblo ecuatoriano el oprobioso yugo neocolonial.
Regresando al gobierno de Plaza, también por otro
lado, prosigue la entrega y aumentan las concesiones al Partido Conservador y
al clero, sobre todo en el aspecto educacional, poniendo a la enseñanza
confesional por encima de la del Estado, dándole toda clase de facilidades
legales y económicas para el objeto.
No faltan tampoco las inmoralidades y los atracos
a los dineros del pueblo. Basta recordar lo que sucede en la famosa Junta de
Reconstrucción del Tungurahua, donde los favorecidos del régimen se enriquecen
fraudulentamente, aprovechándose de dineros destinados para favorecer a las
víctimas del terremoto de Ambato. Donde el clero, gracias a la condescendencia
gubernamental y a la falta de escrúpulos de un obispo, se queda con la parte
del león, en perjuicio de los damnificados pobres de la provincia.
Y, por último, se firma el Pacto Militar, que nos
impone una serie de condiciones humillantes para la dignidad nacional. “Pacto
de traición –como lo califica Pedro Saad– que viola nuestra Constitución, que
remacha las cadenas que nos impuso el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de
Janeiro, que nos hace partícipes de las agresiones yanquis, que nos impone
condiciones intolerables y ruinosas, en una palabra, que convierte al Ecuador
en un Estado esclavizado”.[3]
Dirigida por la CTE el 1º de octubre de 1949 se
lleva a efecto una huelga general que consigue la derogatoria de la Ley de
Conscripción Vial, que lesiona sobre todo los intereses de los campesinos, a
los que se obliga a trabajar gratuitamente en beneficio de los terratenientes.
Los obreros ferroviarios, con esta misma huelga logran tener representación en
la directiva de la Empresa de Ferrocarriles.
Pese al auge económico, el pueblo no ha ganado
nada. Una conferencia Económica convocada por la federación Provincial de
Trabajadores de Pichincha llega a constatar que los empleados ganan solamente
820 sucres, los obreros 474 y los jornaleros 236 sucres como promedio mensual.[4]
* * *
Buscando documentos de la época del gobierno de
Galo Plaza encontramos que el historiador que nos describe su gobierno, entonces
un joven dirigente político, suscribía en 1951 un Manifiesto titulado SOLO LA
UNIDAD DE LAS FUERZAS PROGRESISTAS DETENDRÁ EL AVANCE DE LA REACCIÓN, publicado
en el periódico El
Trabajador por él dirigido. A más de presentarnos la grave crisis por la que
atravesaba nuestro pueblo, similar a la actual, clama por la unidad de las
todas las fuerzas progresistas y por la necesidad de organizarse y formar en un
amplio frente democrático para combatir a la oligarquía gobernante. Por su
importancia, y para reiterar como la historia se repite como tragedia y como
farsa, reproducimos ese manifiesto que, cambiando algunos nombres de
organizaciones y personajes, parece escrito en nuestros días y para que cada
lector saque sus propias conclusiones.
[1]
Tomado de: Oswaldo Albornoz P. Historia
de la acción clerical en el Ecuador. Desde la conquista hasta nuestros días,
Editorial Rumiñahui, Quito, 1963, pp. 215, 218-219; Oswaldo Albornoz Peralta, Historia
del movimiento obrero ecuatoriano, Editorial Letranueva, Quito, 1983, pp.
66-68; Oswaldo Albornoz Peralta, Las compañías extranjeras en el Ecuador,
Ediciones Abya-Yala, Quito, 2001, pp. 113, 209-210, 220-221.
[2]
En
1944 Velasco había decretado una subida del galón de gasolina de S/. 1,40 a
1,80, el del diesel oil de S/. 0,35 a 0,47 y el de residuo de S/. 0,50 a 0.65.
[3]
Dice Pérez Pimentel: “el
pacto de asistencia militar bilateral entre Ecuador y los Estados Unidos,
calificado de Instrumento de agresión y muerte porque los oficiales
ecuatorianos empezaron a recibir adiestramiento especial en la tristemente
célebre Escuela de las Américas, sobre técnicas de interrogatorios y torturas
físicas (…) También modernizó la agricultura de la sierra, permitiendo la
implantación de los técnicos del Punto IV creado por el presidente Harry S.
Truman.” https://rodolfoperezpimentel.com/plaza-lasso-galo-2/
(N. del Ed.)
[4] El dólar de la época está a un promedio de
17 sucres (N. del Ed.).
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